La tartamudez es una alteración de la fluidez del habla que afecta a la comunicación y a las relaciones sociales. Esta patología preocupa especialmente a los padres, por lo que es uno de los principales motivos de consulta.
BH Logopedia
Es muy importante saber que durante los primeros años de vida es posible que aparezca una tartamudez evolutiva. No siempre es necesario realizar un tratamiento, puesto que en la mayoría de casos las disfluencias desaparecen. Si el niño supera los cinco años pero los rasgos de tartamudez permanencen o incuso se acentúan, sí es conveniente realizar una evaluación logopédica.
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La disfluencia normal se presenta entre los 18 meses y los siete años. La causa es la adquisición del lenguaje: al no tener adquirido todo el vocabulario, deben parar para buscar la palabra adecuada. En estos casos repiten sonidos, sílabas y palabras, especialmente en el comienzo de las oraciones.
Pasados los tres años, las repeticiones suelen implicar únicamente palabras y frases completas. Asimismo, emplean muletillas, tienden a cambiar de tema sin haber terminado la conversación y se corrigen o dejan frases inacabadas.
La disfluencia normal puede desaparecer temporalmente o volverse más frecuente durante días, semanas o incluso meses.
Una de las principales características de estos niños es que no son conscientes de su disfluencia, por lo que no expresan frustración o sorpresa.
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La tartamudez leve se caracteriza por las mismas repeticiones observadas en la disfluencia normal (sonidos, sílabas y palabras), pero la frecuencia es mayor.
Los niño con tartamudez leve alargan también sonidos y reaccionan ante su disfluencia con, por ejemplo, tensiones o movimientos faciales. La frecuencia de esta falta de fluidez es regular y, además, conlleva sentimientos momentáneos de vergüenza o frustración.
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La tartamudez grave implica mucho esfuerzo, tensión e incluso la evitación de situaciones en las que deba hablar el niño para poder ocultar sus disfluencias. Esta patología puede aparecer de forma espontánea o después de un período de tartamudez leve.
La principal característica de este tipo de tartamudez es que las disfluencias se presentan en prácticamente todas las expresiones verbales del niño. A menudo hay alargamiento de sonidos o bloqueos verbales, y el tartamudeo dura generalmente un segundo. Estos niños manifiestan actitudes como parpadeo, apartar la vista, tensión en los músculos orofaciales o de otras partes del cuerpo e incluso cambios en la voz debidos a este exceso de tensión. Al igual que en la tartamudez leve, el niño puede emplear diversas muletillas.
Este tipo de tartamudez es el que persiste, sobre todo si la persona afectada ha tartamudeado durante 18 meses o más. Una consecuencia importante de la frustración y vergüenza que presentan estas personas es el miedo a hablar: el niño puede mostrar nerviosismo e incluso adoptar una actitud defensiva ante situaciones en las que debe hablar.
Es fundamental que los padres comprendan que la tartamudez es el resultado de la combinación de numerosos factores, pero que ellos no son los causantes.
Muchos padres se preguntan ¿la tartamudez tiene tratamiento? La respuesta varía en función del tipo de tartamudez, pero se destaca la necesidad por parte del niño de recibir apoyo en tres aspectos básicos del problema: el habla, la base emocional y el aspecto social.
La tartamudez evolutiva no necesita tratamiento porque es un hecho transitorio. Se puede acudir a terapia a partir de los cinco años, pudiendo o no superar las dificultades en el habla. El terapeuta trabaja en estos casos la fluidez, pero también aspectos psicológicos y sociales. Asimismo, es indispensable la colaboración por parte de la familia, los profesores e incluso los compañeros del colegio. Con esta terapia se intenta prevenir las consecuencias negativas en el habla y disminuir al máximo las disfluencias.
En ocasiones es posible erradicar por completo la tartamudez, pero en otros el objetivo es lograr una disminución del mismo y que el niño tenga una comunicación eficaz.
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Es importante saber…
- La mayoría de los problemas de fluidez desaparecen de forma espontánea durante los dos años siguientes a su aparición.
- Algunos síntomas de tartamudez son falta de fluidez en el habla, muecas y sentimientos de frustración o vergüenza.
- Para ayudar al niño es fundamental evitar corregirle constantemente.
Algunos consejos
- Es conveniente hablar despacio, con una buena dicción y sirviendo de ejemplo para que el niño imite un modelo adecuado. Las pausas son un recurso importante en el diálogo porque facilitan la comprensión por parte del niño.
- Hay que mantener contacto visual y no mostrar impaciencia.
- No hay que corregir constantemente al niño, pues de esta manera aumenta su inseguridad.
- Hay que invertir 15 o 20 minutos al día en hablar con el niño y demostrarle que esta actividad se realiza para disfrutar. Se pueden ver cuentos, preguntar qué ha hecho en el colegio, etc.
- La familia debe evitar realizar preguntas en exceso para lograr un clima de comunicación agradable.
- Si el niño está contando algo, hay que prestar más atención al contenido que a las faltas de fluidez.
- Los trabalenguas y las canciones son buenas herramientas a la hora de estimular el lenguaje y la articulación.
- Si el niño es consciente de sus disfluencias, es recomendable explicarle que no es grave y que la situación va a mejorar progresivamente.
- Hay que mostrar alegría cuando el niño habla con fluidez.
- Evitar que la tartamudez sea el centro de atención.
- No interrumpir al niño, terminar sus frases, darle consejos en el momento de la disfluencia o pedirle que hable mas despacio.
- No hay que obligar al niño a hablar bajo presión.
Puede encontrar más consejos en la web de la Fundación Americana de la Tartamudez.
Es recomendable realizar una evaluación cuando…
- La tartamudez no desaparece a partir de los cinco años.
- La tartamudez se ve acompañada por tics o muecas.
- Existen antecedentes familiares de tartamudez.
- El niño no dice palabras a los 18 meses ni realiza frases con dos años y medio.
¿Su hijo tiene tartamudez? No se preocupe, un estudio realizado por el Instituto de Investigación Infantil Murdoch de Parkville (Australia) demuestra que «la tartamudez temprana no está vinculada a posteriores problemas de desarrollo en los niños». ¿Quiere saber más? Pinche aquí.