Si su hijo pronuncia de forma incorrecta algunos fonemas que debería tener adquiridos a su edad, presenta una dislalia, disartria o disglosia, patologías que pueden ser especialmente llamativas en los casos de bilingüismo.
Con el objetivo de mejorar la articulación es necesario tonificar los músculos fonoarticulatorios llevando a cabo acciones específicas para trabajar los elementos implicados (lengua, paladar, labios, etc.) así como realizando juegos o actividades que contribuyan a generalizar los fonemas correctos una vez que han sido adquiridos.
En el caso de que su hijo presente tartamudez o disfemia, algunos de los principales síntomas serán repeticiones, bloqueos, prolongaciones y tensión durante el discurso. En algunos casos dichos síntomas pueden empeorar, especialmente cuando el paciente intenta controlar el habla y como consecuencia desarrolla sentimientos de vergüenza o evita situaciones en las que deba comunicarse mediante el lenguaje oral.
Con este tipo de pacientes, se han de trabajar numerosos aspectos que les ayuden a controlar la producción del habla, como son, por ejemplo, la relajación y la respiración. Esto se consigue mediante técnicas que impliquen la realización de tareas de audición retardada, masajes, canciones, interpretación de diferentes personajes o lectura acompañada por un metrónomo, entre otros.
Es fundamental tener en cuenta que niños de hasta 4/5 años pueden presentar algunas de estas características. En ocasiones puede tratarse de una simple tartamudez evolutiva, un episodio normal en el desarrollo de muchos niños, pero si hay presencia de tics, esfuerzo al hablar o antecedentes de riesgo es recomendable la evaluación de un profesional.
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